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Casa de Edgard Allan Poe

Quienes han leído los cuentos, poemas y demás escritos del genial Edgar Allan Poe sucumben cuando están en Nueva York a visitar la casa donde vivió el literato. Ubicada en el Bronx, la casa de Poe atrae a numerosos fieles lectores o curiosos que quieren saber más de la historia personal de este hogar. Quienes llegan aquí sienten una atmósfera extraña de este lugar que está abierto al público los fines de semana.

La casa de ladrillo no abarca una gran extensión, es más, desde afuera podría confundirse con cualquier típica casa del siglo pasado, hecha de ladrillos y con un jardín en sus afueras, pero dentro es un pequeño museo dedicado al autor de “El gato negro”.

Llegar hasta su hogar es un peregrinaje por el recuerdo, sumergirse en el suspenso y dejar que la imaginación vuele como cuando lee un cuento de Poe. La historia te dirá que en esta casa se escribieron las primeras y últimas líneas de “Berenice” y “Relatos del Club Folio”, que en alguna parte de esta habitación que ahora recorres el autor utilizó sus manos y toda su destreza creativa para ponerle el punto final a numerosos textos que no pierden vigencia en los años. Imaginarás la tristeza galopante de Poe ante las últimas horas de su esposa frente a la cama que ahora ves frente a ti, la misma cama que nadie ha movido y que es un recuerdo perenne.

También te sentarás en uno de los ambientes y escucharás pequeños secretos de Poe y su casa, admirarás ilustraciones que cuelgan en las paredes y no despegarás la vista de un escritorio portátil que el autor utilizaba durante sus frecuentes viajes. Quizá te detengas y no precisamente para descansar sino para imaginar una escena para luego tratar de escribirla o tal vez de memorizar cada imagen para después en tu hogar evocarlas nuevamente.

Pensarás, sin equivocarte, que es un lugar mágico, que deja sorprendido a más de uno, que el solo hecho de acercarse a las ventanas por donde Poe observo la calle o ingresar a la cocina donde Virginia, su esposa, departió una cena con el, es motivo de decir que ha sido una magnifica experiencia. Tras todo ello lo más seguro es que sea necesario irse a la Taberna Annabele Lee, bautizada en recuerdo del último poema del autor y adornada en sus paredes con versos del autor, a beberse y brindar por el buen rato.

Para conocer su ubicación concreta pásate por museumregister.com.

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