Bodega Freemark Abbey

En la región vinícola de California, sobre la montaña Howell, un bosque de pinos alberga una de las legendarias bodegas del Valle de Napa que se instalaron a fines del siglo XIX. Estas bodegas eran la verdadera expresión del espíritu norteamericano de aquéllos tiempos: diseñadas por arquitectos italianos, supervisadas por ingenieros alemanes, construidas por inmigrantes de China, se dedicaban a la elaboración de vinos de estilo francés.

Pero no tuvieron mucha suerte: fueron azotadas por una plaga de phyloxera, luego el terremoto de San Francisco en 1906, las dificultades de la Primera Guerra Mundial y, por supuesto, la Ley Seca de 1919; sus dueños las dejaron y sus hermosos edificios quedaron abandonados.

Pero a partir de auge de la vinicultura en California en la segunda mitad del siglo XX, estas bodegas resucitaron y se dedican a la elaboración artesanal de vinos y la difusión de sus historias, con una nueva propuesta de turismo enológico.

Viñedos La Jota, nacida a fines del siglo XIX, fue afectada por las plagas y la depresión durante el siglo XX, al igual que un sinnúmero de bodegas de la región, y cayó en la inactividad. Sin embargo, esta bodega ha resucitado, como Freemark Abbey, que fue fundada en 1886 por Josefina Tychson, posiblemente la primera enóloga de California. La Jota fue ganadora de una medalla de bronce en la Exposición de París y medalla de oro en la Feria Mundial de Saint Louis en 1904 y ahora ha vuelto a hacer el vino como en 1898.

Chateau Montelena

También podemos ver el Castillo Montelena, contiguo a la bodega, que era la residencia de sus fundadores y que a partir de la Ley Seca se dedicó al cultivo de frutales, para quedar deshabitada hasta que fue adquirida en 1960 para volver a producir vinos.

La bodega Peterson, un edificio de dos pisos construido en 1885, después de la Segunda Guerra Mundial fue invadida por las secoyas y quedó aislada del mundo. Es una de las construcciones más emblemáticas del Valle de Napa y tiene también muchas historias para contar.

Estas bodegas son conocidas como las “bodegas fantasma”; algunas albergan verdaderamente historias de fantasmas, como la de Mansfield, de 1876 y que todavía conserva un hermoso reloj de sol en la pared, en la que, en 1882, fue asesinado Jules Millet. Una noche la dueña de la bodega y sus amigos, con algunas copas de más, invocaron el nombre de Jules Millet; éste no respondió, pero al día siguiente estallaron las linternas que habían utilizado la noche anterior, ¡sin ninguna explicación!

Fotos: Smithsonian Magazine

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