Floyd

Floyd es un pueblo de unos pocos cientos de habitantes, que se ha convertido en un lugar de espontáneos encuentros musicales que atrae cada vez más cultores de la música popular como el blues y la danza como el tap, incorporándose así a los pueblos en los que, a lo largo de las 250 millas de Crooked Road, florece la música tradicional.

Esta ruta ha sido creada por la Comisión Regional de los Apalaches, el el gobierno de los Estados Unidos y las comunidades locales para estimular el turismo y el desarrollo económico de una parte a menudo olvidada del sudoeste de Virginia.

La movida comienza en la noche de los viernes en distintos bares y tiendas de la localidad; tres bandas brindan un espectáculo que inevitablemente comienza con una sesión de gospel, luego bluegrass y bandas que tocan al estilo de los viejos tiempos mientras la pista comienza a llenarse de bailarines de “flat-foot”, con un indudable aire de las tradiciones traídas de las islas británicas.

Sin embargo, fuera del recinto comienza otro espectáculo. Músicos de todas partes y de todas las tendencias se reúnen para mostrar un poco lo que saben hacer y aprender unos de otros. Estas reuniones comenzaron en forma improvisada en la década de los 80 del siglo XX, pero actualmente se han instalado farolas, aceras y bancos para crear rincones que sean una invitación a los músicos para tocar y se ha creado un parque como Floyd nunca lo había tenido; es que este tipo de visitas impulsa un turismo con una energía muy particular.

Pero no solamente la música popular de los Estados Unidos tiene lugar en Floyd; los músicos acaban de hacer un descubrimiento extraordinario: el “jewgrasse”, una fusión entre la música religiosa judía y la identidad estadounidense, interpretado tanto por músicos de bluegrass como por grupos de música klezmer que infunden a sus violines las melodías de los Apalaches.  No se parece a nada conocido, pero los judíos religiosos amantes del banjo, el violín y la mandolina, consiguieron en forma única expresar su identidad cultural y su fe religiosa.

Según un estudioso de la Universidad de California, el banjo fue traído por los esclavos africanos y con ellos un estilo llamado frailing que es el precursor del bluegrass, al incorporar las tradiciones irlandesas, escocesas y galesas, para surgir en la década del 30 del siglo pasado fundiendo las influencias del blues y el jazz para crear este nuevo sonido.

Las características distintivas del bluegrass están en los solos instrumentales y el banjo tocado con tres dedos; la música se asoció durante mucho tiempo con un estilo de vida romántico, con la gente sentada en el porche de la casa tocando el banjo como la auténtica vida rural.

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