La brisa con el horizonte celeste en la distancia el lago, su belleza, su claridad. Parecía que el mundo se había vuelto transparente, limpio, puro, que vivíamos a otro ritmo, en otra realidad. Fue maravillosamente relajante, las dunas tendidas a los largo y la naturaleza en perfecta armonía con los visitantes. Existían senderos para que podamos transitar sin riesgo, y una zona de observación para lanzar la mirada al infinito.
Contaron que también por las noches el National Lakeshare Sleeping Bear Dune es igualmente espectacular, que el cielo es despejado y parece como si viéramos las estrellas en primera fila. Se puede acampar en el parque, pero nosotros no lo hicimos.
Iluso de mí, la primera vez que escuché nombrar esta fabulosa área natural de Michigan, en el norte de los Estados Unidos, pensé que por su nombre, sería el hábitat de enormes y preciosos osos de los que tendríamos que mantenernos alejados. Pero no, el nombre de “Dunas de Osos Durmiendo” se debe a una vieja leyenda nativa sobre una madre osa y sus cachorros.
Y es que en Sleeping Bear Dunes no hay osos. Pero sí que existen otras 50 especies de mamíferos en este Parque. En los lagos y arroyos, por ejemplo, habitan las nutrias y los muy esmerados castores royendo los troncos. Los niños disfrutan mucho el avistamiento de estos simpáticos animales, así como trepar y correr por las dunas. También es posible avistar ardillas, ciervos, comadrejas, coyotes, venados de cola blanca, entre otros.
Me gustó que en el área existieran todas las comodidades, hasta expendedores automáticos para comprar snacks. Lo que no hay es dónde hospedarse en el Parque, es necesario volver a Traverse City (25 millas al este) para encontrar un hotel.
La manera más sencilla de acceder a este hermoso parque es a través del aeropuerto de Traverse City, el Cherry Capital Airport. Eso si, vale la pena, definitivamente vale la pena, unas vacaciones en el Sleeping Bear Dunes.
Si necesitas mayor información, visita su web oficial: www.nps.gov