Definitivamente el arte – sea cual sea su rama, sea cual sea su estilo, sea cual sea su escuela- es muchas veces incomprendido e invalorado. Es por eso que el arte no está vinculado precisamente con la belleza o estética: el arte abstracto es literalmente “feo”, no tiene forma definida alguna y sugiere cualquier aversión que la mente permita concebir.
Entonces, ¿Qué se entendería por arte feo? ¿Acaso no es sugerente el término y por ende muy interesante?… Personalmente, no me espanta la idea de sumergirme en un recinto donde las formas no son precisamente bonitas, pues, repito, el arte tiene poca afinidad con la belleza, no es una cualidad inherente de este, y por consiguiente es algo muy natural que exista alguno; es más, lo natural es que exista un museo de “arte feo” en cada metrópoli o ciudad importante.
Pero del que nos ocuparemos en esta ocasión es del más mediático, el más trascendente, el más comentado, que se ubica en Dedham, Massachusetts, Estados Unidos, cuyas siglas son MOBA (Museum of bad art), cuidado con confundirlo con el MOMA de Nueva York. Este museo está dedicado íntegramente a la exposición de las composiciones –sean pictóricas o escultóricas- consideradas malas o aberrantes por un jurado que así los falla. Desde su inauguración en 1993, este museo ha acumulado aproximadamente 400 piezas para exhibirse en calidad permanente, que funciona, paradójicamente, en un sótano –me sabe a castigo- del Teatro de la Comunidad de Dedham.
Los artículos más atractivos y visitados son los cuadros que sobresalen por chirriantes en color y defectuoso en las líneas, careciendo de gracia estética por donde se les mire, como el famoso Lucy en el campos con flores, considerada la Mona Lisa del MOBA, ergo el cuadro más importante del museo, que más da la impresión de ser un garaje donde se venden artículos desechables a precio de ganga.
Pero a pesar de todo lo que se pueda pensar, es una entidad muy seria que cuenta con todas las facilidades y características de un museo de considerable categoría, pues cuenta hasta con una tienda online para souvenirs y “obras” del museo, discos compactos para visitas virtuales, grupo de miembros y donadores, siempre importantes para la conservación de cualquier entidad de esta índole.
Es muy atractiva la expectativa del tipo y calidad de esperpentos con el que se puede topar uno en sus muros; hasta alguna de sus “feas” joyas podría ser del gusto –no burlesco- de cualquiera de los visitantes. Y es que a mi parecer considerar a una obra de arte como fea es una arbitrariedad elitista y pedante.